domingo, 14 de abril de 2013

El contrabajo




Es el instrumento más grave de la familia de la cuerda desde finales del siglo XVI. El término se asoció antiguamente a la tesitura de la voz humana, indicando la voz más baja del hombre.

No deriva completamente del violín, sino de la combinación de elementos de la familia de la viola da gamba y de la del violín. El contrabajo de violín, aparecido alrededor de 1620, o sea, bastante más tarde que los otros miembros de la familia, era un instrumento de enormes dimensiones y de difícil manejo que fue muy poco utilizado. Por ello, se prefirió el contrabajo de viola da gamba o violone, de cuya lenta evolución nació el contrabajo moderno.


Si observamos un contrabajo, distinguiremos enseguida los elementos derivados de las dos familias. El fondo plano y, en la parte superior, inclinado hacia el mango; los hombros caídos y no redondos y el poco acentuado adelgazamiento central del cuerpo, con ángulos poco salientes, son características que revelan su afinidad con la viola da gamba. Pero la forma y la inclinación del mango hacia atrás, el clavijero terminado en voluta, el batidor largo y sin trastes, el puente alto para corresponder a la inclinación del mango y los agujeros de resonancia en forma de f proceden del violín, así como el número de cuerdas, que son habitualmente cuatro, aunque existen también contrabajos con tres y con cinco cuerdas.




En un sentido más divulgativo el término alude a los contrabajos de cuerda de la familia de las violas y violines, esto es, unos instrumentos de arco creados para reforzar la base de la estructura armónica y ser el fundamento de toda la construcción polifónica. Su función en la labor del bajo continuo fue esencial. Tempranamente, Martín Agricola (1529) hizo referencia a un contrabasso di viola de seis cuerdas, que devendrá un instrumento híbrido, puesto que el contrabajo conocido hoy presenta aún los rasgos propios de los violines y las violas.





En realidad hubo contrabajos de diferentes tamaños denominados genéricamente violones. En el siglo XVII se presenta un ejemplar con cinco cuerdas, hombros estrechos y voluminosa panza. En aquella época predominan dos tipos de contrabajos: uno sin trastes, con cinco cuerdas y voluta (familia de los violines) y otro de seis cuerdas (familia de las violas), con diapasón trasteado, oídos generalmente en forma de C, espalda plana y cabeza tallada. En 1722 se presenta un contrabajo de la familia del lirone al que llaman accordo.

Su uso no se generalizó en la orquesta hasta principios de siglo XVII, cuya función era sonar a la octava inferior del violonchelo ya que su sonido es potente y se oye mejor que otros instrumentos de la época, por ejemplo el clave.



Entre los virtuosos del contrabajo debemos nombrar al italiano Domenico Dragonetti, autor de conciertos, sonatas y diversas reducciones para el instrumento, Giovanni Bottesini, el virtuoso por excelencia del contrabajo. Al director ruso Sergei Koussevitzky, que también ha escrito para contrabajo y al contrabajista de jazz estadounidense, Charles Mingus.



Domenico Dragonetti (Venecia 1763 – Londres 1846), fue uno de los grandes virtuosos del contrabajo; formó parte de la sección de contrabajos de la ópera de su ciudad natal así como de la Gran Ópera de Vicenza, más tarde fue contrabajista en la capilla de San Marcos de Venecia. En el año 1794 se estableció en Londres. El contrabajo de la época de Dragonetti tenía solamente tres cuerdas y su función era la de reforzar los graves de la orquesta sin tener un papel aún independiente: el instrumento estaba vinculado a la línea de bajos de los violonchelos. Dragonetti compuso varios conciertos, sonatas, y obras para contrabajo. Promovió el desarrollo de la técnica del instrumento y contribuyó, de este modo, a la notoriedad del contrabajo como se manifiesta en el creciente número de composiciones escritas para éste durante su época.


Es un instrumento muy versátil, ya que es muy usado no sólo en la música clásica, sino también en el jazz, en el tango y otros géneros diversos.

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